martes, 29 de marzo de 2011

Para casos de emergencia

¿Quién no ha vivido el llanto incesante y a pleno pulmón de un niño? Todos coincidiremos en que es una situación que poco a poco te pone de los nervios, primero por los chillidos atronadores a pocos centímetros de la oreja y, segundo y más importante, porque no consigues encontrar eso que demanda el niño que le dará paz y tranquilidad.

Hay quien recurre a pasearlo en el cochecito. Hay quien recurre a darle palmaditas en la espalda mientras le dice "eaaaa eaaaa". Hay quien recurre a los famosos y jartibles Cantajuegos. Hay quien recurre al Baby Einstein/Mozart/Galileo/Paco Sierra...

Pero para casos desesperados, la solución nos llega desde Noruega. Aprended de un maestro.

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